compartir +

“Hablemos de una Lengua Viviente en Constante Transformación”

Entrevista a Diana Bellessi en el marco del XXI Festival Internacional de Poesía de la ciudad de Rosario.

 

Por Joaquín George

 

"...Si la magia muere las cosas siguen nombrándola..."

"El silencio que precede al mundo"

Diana Bellessi

                                                                                                                        
Silencios que - desde que el Mundo tiene nombre- habitan los espacios sin dibujar que hay entre las palabras, y componen ambos ese tejido diverso, o como diría Diana, esa gran partitura musical que es la lengua.

A la palabra que tiembla y está en suspenso, ¿quién se atreverá a arrancársela al tiempo para  fijarla en un verso? y decir por ejemplo: “Ahora la lengua puede desatarse para hablar” y acto siguiente: “desordena el mundo la danza de una abeja”. Es la poesía que saca los codos y se abre paso en la selva de los significados.

En aquellas geografías del idioma, los poetas caminan sobre tierras invisibles, aunque no es la vista (la luz o la falta de ella) la que les devuelve el sentido de las cosas, sino el lenguaje que les permite acceder a ellas desde todos sus costados; aunque de la cosa no quede más que la palabra.

 

“…las cosas se mueren para que vivan los nombres”.

Octavio Paz

 

Por aquellos senderos desanda Diana Bellessi - una de las poetas más maravillosas de nuestra rara lengua castellana- mientras caminamos por la vieja entrada de la Biblioteca Argentina “Dr. Juan Álvarez”.

 

¿Qué comprende por la lengua? ¿Hay lenguas al interior de una lengua?

 

Claramente ¿no? Sí, además nunca hay una lengua fija, las lenguas todas están en transformación permanente desde que existen. Y esa transformación la da el habla que es el gran marco de la lengua, que es la lengua no fijada. El habla que es extraordinaria digamos, y la da la proximidad de las otras lenguas, muchas  de ellas de la inmigración que entran dentro del antiguo castellano, y otras importantísimas son las sintaxis indígenas que también entran dentro del castellano.

 

En su obra está presente el tema del mestizaje o de “lo hibrido”.

 

No me gusta la palabra hibrido, saquemos todas esas palabras. Hablemos de una lengua viviente en constante transformación.

 

¿La lengua tiene territorio?

Sí, un territorio fluctuante, nunca fijo. En Paraguay no hablan lo mismo que aquí en Rosario, porque los aportes han sido otros, los aportes del guaraní han sido tan importantes dentro del castellano en Paraguay, por darte un ejemplo.

 

En una antología de cancioneros picarescos, hace usted alusión a “las amalgamas sintácticas del quechua, o transformaciones sonoras del mocoví, la lengua rítmica de los mulatos de Buenos Aires, empujando el idioma hasta las fronteras de lo posible…” En las afueras del lenguaje, ¿hay mundo?


No. No, porque los pajaritos tienen lenguaje, los animalitos... todos tienen lenguaje, los humanos tenemos lenguaje como los animalitos pero hemos hecho una cosa todavía más rara con el lenguaje que el resto. Quizas, aunque los animalitos cambian mucho los idiomas también (se rie).

Aunque ellos lo usan para funciones mas especificas, mientras que nosotros lo usamos pa` todo, entonces es un bien simbólico de alta importancia digamos ¿no?

 

¿Y el silencio?

 

El silencio es parte de la lengua. En esa gran partitura musical que es la lengua de cualquiera que habla cualquier lengua. El silencio pesa tanto como las palabras, y todo compone esa partitura musical. Esta conversación es música también, ¿no? taca taca taca. 

 

Su poesía me recuerda a Rodolfo Kusch.

 

¿Ah sí? Mira vos. Yo lo leía mucho a él cuando era chica, Kusch tuvo una gran importancia para mí en los 70, cuando descubrí el primer libro de él, que me dio vuelta la cabeza, es un heideggeriano que me dio vuelta la cabeza.

 

Más allá del silencio, ¿damos con el jardín secreto?

 

Para mí siempre hay un edén por ahí perdido, o un jardín secreto, un paraíso que perdimos cuando se fue la niñez. Por eso los chicos que hicieron esta película sobre mí, le pusieron el jardín secreto.

 

¿Se siente más poeta o más traductora cuando traduce poesía?

 

Yo me siento una lectora apasionada que quiero ir a descubrir lo que el otro hizo en lenguas que conozco poco o nada. Así traduje a Sophía de Mello que es cercana porque es cercano el castellano, y entendía buena parte lo que ella decía y su música me mataba, entonces sin haber estudiado nunca portugués, traduje a Sophia de Mello. Yo no soy muy apta para aprender lenguas extranjeras, las aprendo con bastante dificultad;  pero es eso, es la pasión de lectora lo que me ha llevado a traducir siempre.

 

¿El Español es el idioma que más la seduce?

 

Obvio que es mi lengua, claro, un castellano raro, más que llamarlo español lo llamaría castellano; es un castellano extraño, porque no es el castellano de España, aunque el siglo de oro es maravilloso y sigue hablando dentro de uno todo el tiempo. Digamos que es el momento en que el castellano adquiere una delicadeza sin par, con Garcilaso en adelante, por influencia del endecasílabo itálico.

Pero nuestra lengua es una lengua como la que acabamos de hablar; atravesada por tantas otras lenguas. Algunas que vienen de Europa como el italiano ¿no? Que en mi caso tuvo mucha importancia porque mis abuelos venían de Italia, e insisto y el de las lenguas condenadas, de las lenguas que se van perdiendo. Está llena de cosas mapuches por ejemplo nuestra lengua castellana, que las decimos con total naturalidad sin saber que vienen del mapuche, decimos chancho, no sabemos de dónde vienen;  vienen del quechua o del mapuche.

 

Se olvida el origen de las palabras

 

Pero ¿por qué se ha olvidado? Antes de incorporarlas, hay un exterminio me parece. El castellano del siglo 19 con la conquista del desierto, tiende como a matar a todas las etnias que no son centro- europeas, y es a través de esa matanza y de lo que va quedando en medio de ello, y que ni siquiera sabemos que estamos hablando en una lengua que no es el castellano, pero que es nuestra

 

¿La lengua es una propiedad?

 

No, no es una propiedad porque se transforma y cambia todo el tiempo, entonces no hay manera de aprisionarla, no hay manera de decir “esto es mío, esta cosa es mía”

 

Sino es nuestra, ¿de quién es?

 

Es en el presente, pero no en el pasado ni en el futuro, en el presente en el que la hablás es tuya. Yo no sé si ella es tuya o vos sos de ella.

 

Somos hablados

 

Somos hablados por las lenguas que se hablan.

 

Usted rescata escrituras anónimas, de canciones populares o picarescas. Y se refiere al Pueblo como “ese extraordinario productor anónimo de textos”.

 

El pueblo son mis parientes (risas), y yo busco que no desaparezcan mis parientes.

Hay que pensarlo con metáforas a esto. La concepción del siglo 19 del Pueblo ¿qué es eso? no existe “El Pueblo”; lo que existen son tus parientes, frente a los cuales te arrodillas y decís: sí, vengan a mí, ustedes hablan por mí, cuando yo hablare también por ustedes. Porque el resto es como una cosa muerta, “El Pueblo”, en ese sentido yo digo mis parientes.

 

¿Y los pueblos de América? ¿No piensa en esa gran metáfora que es América Latina? Se trataría de una forma de encolumnar la diversidad y las diferencias culturales detrás de un mismo nombre (América).  ¿Es posible pensar eso?

 

No sé si se puede pensar, pero se puede sentir eso. Aquella Patria Grande que se construyó en los 60, aquel concepto de Patria Grande de América Latina, sostenida por elementos en común de la lengua y  la cultura, que van desde México hasta Tierra del Fuego; esa cosa, ese sentir… Ese sentir que no soy extranjera cuando ando por los otros pueblos latinoamericanos. Ese sentir que hay cosas que al principio no entiendo pero que después las entenderé. Ese sentir es lo que nos hermana.

 

Le interesa mucho la “literatura menor”, para decirlo de alguna forma.

 

Mirá, a mí me gusta el Siglo de Oro que literatura menor no es, yo creo que San Juan de la Cruz es un poeta extraordinario, que Garcilaso, que Quevedo, que Góngora, que la mexicanita también, y no es poesía menor. Pero cuando escucho las coplas del noroeste argentino, que están armadas con una sintaxis que no es del castellano, pero con palabras que son del castellano. Tampoco son géneros menores, son tremendos géneros. Cuando vos escuchas una copla por bagualas sentís que el mundo se abre en dos. Entonces no es menor, es mayor. El verso será de siete o de ocho silabas, y parece un verso de arte menor,  pero el arte es mayor.

Desde chiquitito uno está en contacto con las coplitas, aunque internet las va borrando. Uno nace con algunos de esos cantitos, por lo menos mi generación nació escuchando eso.

 

En el documental, usted se refiere a su madre como alguien que amaba la diferencia y sin embargo no había viajado.  ¿Cómo comprende la relación con los Otros?

 

Vivimos en medio de singularidades, el mundo está repleto de otros, aunque las culturas dominantes tienden como a decir: “No, hay solo estos”. Las culturas dominantes también son las que estabilizan las lenguas, y el habla constantemente las desestabiliza, entonces vivimos en medio ese tumulto entre las clases dominantes que estabilizan las lenguas y las chusmas que la desestabilizan todo el tiempo. Y la poesía está hecha en el filo de la cornisa de las dos.

 

¿Lo picaresco es desestabilizante?

 

Si, lo picaresco es desestabilizante pero no solo lo picaresco. Vos lees el Martin Fierro y es totalmente desestabilizante y yo no sé si hablaban así los gauchos, o si eso lo invento Hernández (risas). Pero en esa invención que hace Hernández, seguramente que las voces de los gauchos pasaban también por ahí. Entonces, insisto, es la singularidad en la que vivimos todos, porque no hay nada global, no hay un “esto es la verdad”, porque saltan quinientos sapos por ahí, y esto es maravilloso; te recuerdan que la vida es multifacética, y que las lenguas son multifacéticas, en cambio constante y trastornarte, es maravilloso vivir la trastornarte vida, todo el tiempo, y la vivís en alto grado a través de las lenguas que hablamos.

 

Llorando la hermosa vida diría Jaime Sabines.

 

Claro, claro… Entonces, esta señora que vivía entre el campo y el pueblito de Zavalla, amaba las singularidades del mundo, las amaba donde podía agarrarlas; mi mama era divina, me llevaba con las antorchas a rezar por Evita cuando era chiquita. Esa mujer extraordinaria... Ella y el papá también, son los dos la base de mi poesía, y toda la familia golondrina, que venía a recoger las cosechas y traía consigo el aymara y el quichua, en ese tuti fruti en el cual uno crece cuando es niño.

 

¿Por qué la poesía?

 

Ah, Porque la poesía tiene esos misterios, y te llama o no te llama. A mí porque me llamó, y yo le dije sí desde chiquita. Y he escrito casi exclusivamente versos, salvo algunos ensayos, tengo dos pequeños libritos de ensayos;  y siempre es ocasional, porque tengo que ir a hablar a algún lugar, porque “tengo que”, no porque tenga ganas de escribir ensayos. Siempre fui llamada por el verso, ¿por qué? No sé por qué.

 

¿Qué libro le hubiera gustado escribir?

 

Me hubiera gustado escribir alguna de las sagas, de ésta escritora de Ciencia Ficción norteamericana que se llama Úrsula Le Guin (se ríe). Yo fui una gran lectora de ciencia ficción cuando era chica. Está bien lo que uno ha escrito.

 

¿Y Salgari?

 

Sí, o cualquiera de los escritores que uno ha amado a lo largo de una larga vida, porque uno ha tenido muchos amores.

 

¿Y el principal ha sido la poesía?

 

Sí, el verso. Ese universo que encierra la brevedad de un verso.

 

Diana Bellessi nació en Zavalla, un pueblo de la provincia de Santa Fe muy próximo a Rosario. Estudió filosofía y a los 23 años se lanzó a recorrer el continente a pie (desde 1969 hasta 1975). Al regresar, durante la dictadura militar, vivió en la Isla del Tigre, uno de sus lugares en el mundo.

Entre sus libros se pueden mencionar:Tributo del mudo (1982), Danzante de doble máscara (1985), Eroica (1988), El jardín (1992), Lo propio y lo ajeno (1996) Sur (1998), y Gemelas del sueño, escrito con la gran escritora de ciencia ficción Ursula K. Le Guin; Mate cocido (2002), La edad dorada (2003) y La rebelión del instante (2005). Además tradujo a poetas extranjeras como Muriel Rukeyser, Adrienne Rich, Denise Levertov, y Sophía de Mello Breyner.

Recibió la beca Guggenheim en poesía en 1993, el premio trayectoria en poesía del Fondo Nacional de las Artes en 2007, el Premio Fundación El Libro –Mejor Libro Año 2009- en 2010 y el Premio Nacional de Poesía en 2011.

 

Del documental "El Jardín Secreto" dirigido por Cristián Costantini, Diego Panich y Claudia Prado

Diana Bellessi en el XXI Festival Internacional de Poesía de Rosario

Diana Bellessi en el XXI Festival Internacional de Poesía de Rosario.